El golpe de estado franquista de 1936 contra la República Española no fue espontáneo. El Gobierno republicano estaba al corriente del malestar creciente que había en el ejército y en las clases altas por los cambios legislativos que mermaban sus negocios y poderes tradicionales. Sin embargo cometió un gran fallo, no los controló de cerca porque nunca pensó que unirían sus fuerzas y se levantarían en armas contra el Gobierno legítimo de la República. Tampoco supo analizar y valorar la política internacional de la época, con lo cual, subestimó la beligerancia de la Alemania e Italia fascistas, y sobrevaloró la protección del Reino Unido y Francia. Y ese fallo, además de los muertos de la Guerra Civil, la represión y el hambre de la posguerra, aun lo estamos sufriendo hoy día porque todavía no estamos a la altura del bienestar de nuestros socios punteros europeos. Y con los independentistas de Catalunya, golpistas de la Constitución, pues nadie valora sus fuerzas ni las relaciona con la política internacional. Apelan a la democracia y al derecho a votar porque tarde o temprano están seguros de ganar el referéndum; para ello tienen su fábrica que cada año produce hornadas nuevas de nacionalistas, su sistema educativo. Ahora todos quieren cambiar la Constitución para que no se vayan. ¿Pero alguien les ha preguntado qué debería cambiar para que no se independicen? Y si se votase una Constitución Republicana, ¿también se irían? Si los independentistas están tan convencidos y decididos a convocar el referéndum al margen de la Constitución, ¿son suicidas o tienen apoyos externos, como los tuvieron los Carlistas en el S.XIX y Franco en el S.XX? ¿Y ese apoyo externo, a cambio de qué? Los Carlistas, si hubiesen ganado, habrían pagado a Inglaterra las armas que recibieron con carbón y hierro de las minas del norte. Franco envió barcos cargados de alimentos a Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, mientras que en España la gente moría de hambre. ¡De cuantas cosas hay que hablar sin tapujos!