Mientras que los demás países industrializados invierten en tecnología, en España hemos invertido en nacionalismos. El sistema de las autonomías, además de ser antieconómico por sus duplicidades y despilfarros, es un peligro para la convivencia, la pluralidad y la igualdad de los ciudadanos, antítesis de libertad y democracia, y antesala de feudos.
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