Nos guste o no, la sociedad está dividida en clases. Para defender las clases más desprotegidas no es cuestión de ser más populista que los demás, ni de que Cataluña sea independiente o no, ni de que el Gobierno esté en Barcelona, Madrid o Bruselas. En nuestra sociedad, todos somos necesarios porque nadie es autosuficiente. Por tanto, el Gobierno, sea del nivel y del color que sea y esté donde esté, tiene que impartir justicia. E impartir justicia es ayudar a cada ciudadano a buscar y ocupar el puesto más idóneo para él, y más eficiente para la sociedad, porque de lo contrario, si no se genera riqueza, sólo se puede repartir pobreza.
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