Mucho tiene que cambiar nuestra sociedad occidental para transformar los avances tecnológicos en calidad de vida, y eso sólo está en manos del Estado que es el único que dirige la sociedad, el que determina si el ciudadano es sujeto de derecho u objeto de manipulación, el que traza la frontera entre participación o imposición, el que educa al ciudadano para disfrutar de la Fiesta o el que impone la Fiesta para borrar al ciudadano. El mayor peligro para los ciudadanos es un Estado secuestrado y manipulado por una minoría.
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