La Política es el instrumento de poder que regula y domina todas las necesidades, actividades y vicios del ser humano. La Política es la palanca codiciada de todo gran negocio, tanto el lícito como el ilícito. Por ella se miente, se manipula, se corrompe, se soborna, se chantajea, se amenaza, se castiga y hasta se mata. Por tanto, la Política es capaz de disfrazar y transformar el blanco en negro, y viceversa también.

También es cierto que la Política es el único instrumento de poder que puede asegurar un orden social justo, incorporando a todas las clases sociales e integrando a todos los ciudadanos según sus aptitudes, contribuciones y necesidades.

La Política siempre mantiene ambas caras a través de distintas dosificaciones de reparto, exenciones y asignaciones a los ciudadanos, aunque su lado oscuro siempre es difícil de descubrir.

En la Antigüedad, los griegos decían que la NATURALEZA es la porción del mundo que podemos captar con nuestros cinco sentidos, pero que existe otra parte infinita de la realidad que los hombres son incapaces de percibir. A esos fenómenos invisibles para el ser humano, pero que ellos aseguraban su existencia, les llamaron NOÚMENOS, en oposición a los FENÓMENOS que sí podemos ver. Es lo que Kant denominó: “conocimiento racional puro” en oposición al “conocimiento sensible”.

 

Ese ejercicio de abstracción de los griegos antiguos fue el punto de partida primordial y esencial para el desarrollo de las Ciencias Naturales y Sociales, tal como las conocemos hoy día. Asegurar la existencia de los noúmenos alentó investigar lo que no se ve, pero que la razón insiste en su presencia, por ejemplo: las matemáticas, el magnetismo, la electricidad, las ondas, la electrónica, la fisión y fusión nucleares, la biología celular y molecular, la informática…

 

En Ciencias Políticas es difícil distinguir entre conocimiento sensible y conocimiento racional puro, pero también entre ideología y Ciencia. Y no tanto por la Ciencia, sino por los buenos actores políticos. La clase dominante perpetúa su supremacía económica administrando el vasto espectro de ideologías políticas, y la clase política legitima su estatus social disfrazando esas ideologías y negocios partidistas en Ciencias Políticas.

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Luis Perant Fernández

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