Lo que entendemos por políticos, son en realidad gestores. Son personas con vocación pública e inquietudes sociales, que están en política para aportar conocimientos, experiencia, ilusión y trabajo, por supuesto, todo ello desde una óptica ideológica. Son fieles peones de las directrices de su partido y por regla general cumplen con su cometido y trabajo. Pero la figura del gestor se desvirtúa cuando, desde la cúpula de su partido, está obligado a actuar al margen de la ley. Unas veces, para este tipo de encomienda son necesarios gestores inteligentes, preparados y de plena confianza. En otras ocasiones, sólo se necesitan subordinados agradecidos, capaces de ejecutar las órdenes sin hacer preguntas, y si es posible, poco espabilados para no descubrir la trama.
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