En democracia no hay censura, pero la opinión pública está dirigida: es noticia lo que interesa que sea noticia y para ello se le da mayor cobertura. La noticia que no interesa es efímera o se desprestigia. Existe una verdadera lucha para apoderarse de la mente de los consumidores y del voto de los ciudadanos, pero también, para moldear la socialización, la cultura, el comportamiento, las preferencias y los gustos de los individuos, y de los grupos. Hay todo un ejército de “vividores” de cuello blanco dispuestos a venderse al mejor postor.
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