Artículos de Opinión
EL NACIONALISMO COMO INSTRUMENTO POLÍTICO.
9 octubre, 2012
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          La ideología nacionalista es relativamente reciente. En el S.XVIII, la Ilustración europea desarrolla teorías y pensamientos subversivos para terminar con el Antiguo Régimen. Aparecen ideologías nuevas como el liberalismo y el nacionalismo. Esas ideologías se materializan en el último tercio de ese siglo con las revoluciones burguesas que terminan en independencia de las colonias inglesas de América del Norte y en decapitación de las clases privilegiadas francesas. A pesar de que las monarquías absolutas se alían y terminan con la Revolución francesa, ya es demasiado tarde, las tropas napoleónicas han contagiado las ideas liberales y nacionalistas a toda Europa. La burguesía ganó definitivamente la batalla a la nobleza y al clero del Antiguo Régimen. A mitad del S.XIX, la burguesía domina los negocios privados y públicos en toda Europa, y también el comercio mundial. La Revolución burguesa modifica las instituciones de los estados y su Revolución Industrial, instaura la división de la sociedad en clases. Para arrebatar el poder a las clases privilegiadas, la burguesía necesitó la colaboración activa del pueblo llano. Cuando lo consiguió y el populacho exigió participación en el poder, abortó y reprimió todos los movimientos obreros. Esta lucha llenó de revoluciones sangrientas todo el S.XIX en toda Europa. La burguesía, para lograr la cohesión interna, se sirve del liberalismo y para conseguir la fuerza bruta del pueblo, del nacionalismo.

            Pero el nacionalismo no fue un instrumento político exclusivo de los liberales, todos los sistemas políticos se han servido, y se siguen sirviendo de él. Los Imperios coloniales lo han empleado con sus súbditos para armar ejércitos, invadir territorios “barbaros” y adueñarse de sus materias primas. Algunos países han exportado “nacionalismo” para fragmentar Imperios y abrirlos a los mercados libres. Sistemas dictatoriales, desde los comunistas hasta los fascistas, se han apoyado en el nacionalismo para purificar el régimen y exterminar toda la oposición. En las democracias occidentales actuales, cuando los gobiernos necesitan implantar políticas impopulares, justifican sus acciones por el bien “nacional”. A veces, los intereses burgueses son antagónicos y entran en conflicto en un mismo país. Entonces, una facción chantajea a otra creando ruido en la caja de resonancia “nacionalista” para multiplicar sus fuerzas. Otras veces, las élites centrales y las élites periféricas persiguen políticas comunes que benefician a ambos. Pero como esas medidas son impopulares, por ser subidas de impuestos o recortes en el estado de bienestar, pues las élites sacan el hacha nacionalista para desviar la atención de la opinión pública de la agenda del poder  y dirigirla hacia la confrontación entre territorios “históricamente enemigos”. Las religiones también saben manejar el nacionalismo, saben que esta ideología divide el poder político terrenal, dejando vía libre para que los fieles sólo estén unidos por la fe divina, que a su vez está administrada por los representantes de Dios en la tierra. Y no doy ejemplos porque son tan numerosos como los casos políticos. En fin, que el nacionalismo vale tanto para un roto como para un descosido. ¿Y qué tiene el nacionalismo para ser un arma tan poderosa?

            El nacionalismo es una ideología que apela a los sentimientos de los individuos y borra al ciudadano, tergiversa la historia, dicta la cultura y manipula las emociones con actos multitudinarios y praxis de símbolos excluyentes. Una vez que el nacionalismo se adueña de las almas, ordena cómo y con quién hablar, y hasta cómo cocinar y saludar. El ciudadano se transforma en súbdito, incluso en soldado cuando el poder establecido señala con el dedo al culpable de todas las desdichas de la etnia, y que por norma coincide con el enemigo de la élite económica. Esta manipulación de las masas es un peligro para cualquier sistema político democrático, incluida la Unión Europea. Ciertos países miembros de la Unión Europea chantajean las instituciones para conseguir ventajas económicas. Son expertos en administrar la dosis exacta de nacionalismo a su pueblo para conseguir la proporción deseada de conocimientos y sentimientos pro y antieuropeos. Con ello, bloquean cualquier intento de democratizar el gobierno europeo ya que equivaldría a una pérdida de poder de los países “nacionales”. Mientras el poder, en todas sus facetas y niveles, siga gobernando con técnicas de dominación nacionalistas, persistirá el déficit democrático en la Unión Europea, y por ende, seguirán gobernando en Bruselas las élites económicas a través de sus holdings transnacionales.

            Asumo que mi Historia sobre el Nacionalismo no sea del agrado de todos, pero es el riesgo que corre cualquier Historia que no sea contada por cronistas oficiales.

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Sobre el autor

Luis Perant Fernández

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