La solución no pasa por una revolución, ni tampoco por una oleada de huelgas. En primer lugar, porque el Gobierno de España está legitimado para recortar gracias al voto “alegre” de la mayoría de ciudadanos, y en segundo lugar, porque a los trabajadores ya no se les puede pedir más sacrificios. Son los líderes políticos y sociales quienes deben proponer alternativas y dar la cara. Por desgracia, no quedan líderes políticos y sociales independientes, es decir, todos están en nómina del poder establecido, o de la oposición acomodada, o de las múltiples asociaciones subvencionadas, unos por convicción, otros por ignorancia y muchos por interés. Sin líderes no hay debate político, y sin debate político, no hay posibilidad de políticas diferentes.
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