En España, la Ciencia Política estuvo prohibida en las universidades hasta la llegada de la democracia en 1978. Es por lo cual, los españoles sólo conocemos políticos que proceden del Derecho, Medicina, Economía, mundo empresarial, sindicatos, asalariados de partidos políticos, periodismo,… Todos ellos muy respetables, hasta que se ha demostrado que para gobernar no es suficiente la buena voluntad, hay que tener preparación. A partir de ahora, surgirán politólogos (no políticos) con nuevos conocimientos y dispuestos a cambiar la Política. Si los partidos tradicionales siguen organizados en “grupos de interés” y su jerarquía impide la entrada a nuevas ideas y nuevos métodos, pues estos jóvenes sobradamente preparados crearán nuevos partidos dispuestos a canalizar el descontento generalizado de la sociedad.
A esta pluralidad de partidos, algunos le atribuyen sólo bondades contra el rodillo de los Gobiernos de mayoría absoluta. En realidad difumina la responsabilidad de Gobierno, la culpa siempre es del otro socio de Gobierno, nadie es responsable de las medidas antisociales y de los fracasos. Las minorías chantajean a las mayorías y la Democracia se desvirtúa. La Democracia ya no sirve para nivelar por igual a todos los ciudadanos, sino para atribuir ventajas a unos ciudadanos sobre otros.
Casi siempre, los partidos de izquierdas caen en esta trampa, y casi siempre, los partidos de derechas fomentan esta fragmentación política para contrarrestar el principio democrático de “un ciudadano, un voto”.
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